Rudo cuando las pasiones mueven tus
ramas, pero también tierno.
Has cuidado siempre de esa hiedra,
que todo el camino te ha acompañado,
Formando parte el uno del otro: Ella,
que es paz, te sana con su savia,
Mientras tú proteges su frágil
estructura con tu fuerza.
El tiempo pasa, dejando su huella
en ti, al igual que en los árboles
Y jugamos, mirándote la cara, a
adivinar tu edad por las arrugas,
Tú, bromeas, riéndote de lo que a
nosotros nos da miedo,
Y sigues el recorrido que, para ti,
aún no ha acabado.
Mirada chispeante, sedienta de
libros y matemáticas.
Nunca te abandona esa alegría, ni aún
en los peores momentos
Porque tú, abuelo, eres todo un
roble eminente,
Y morirás como viviste: Siempre
erguido. Porque así eres.
Dedicado a mi abuelo José Benito