Espero vuestras opiniones y comentarios.
-¿Recuerdas
cuando nos conocimos?
-Si, claro.
Fue en aquella fiesta, nos presentó Marina, aunque ya
nos conocíamos de vista.
-Sí, habíamos coincidido ya en otros
sitios... ¿Cómo fue?
-¿Cómo que cómo fue? Joder ¿No te
acuerdas?
-Refréscame la memoria.
-Pues eso, Marina nos presentó. Tú
estabas con un grupo de chicos, nos pusimos a hablar sobre las veces que nos
habíamos visto antes, que si por el barrio y tal, y de los amigos comunes...
-Si ¿fue entonces cuando Ana me tiró la
copa? Estaba tan borracha que ni me di cuenta.
-Si, ahí fue... Luego yo te dije de salir
a fuera, porque entre la música y los gritos de la gente era
imposible oírse. Me dijiste que sí con el pretexto de fumarte un
cigarro.
-Entonces salimos a la terraza y
empezamos a hablar...
-Sí. Luego te acompañé a casa, pero no
entraste, nos quedamos hablando en la puerta toda la noche.
Tras esta última frase él sonrió mientras
se miraban.
Los ojos de ella escrutaban su cara, buscaban algo.
Los ojos de ella escrutaban su cara, buscaban algo.
-En realidad Marina no fue a esa fiesta,
ese día estaba mala, no nos presentó.
-¿Qué dices? - él reía.
-Lo que oyes, no hubo tal presentación.
-¿Dudas de mi memoria?
-Tú estabas allí, te uniste al grupo de
chicos en el que, efectivamente, estaba yo, pero no llegamos a hablar.
-¿Cómo que no? Pero bueno ¿Qué te pasa?
-Ana me tiró el vaso y no salí fuera a
fumar, sino que fui al baño y, por supuesto, no fui contigo. Luego Rubén me
llevó a casa en su coche temprano, porque se me quedó la falda hecha un asco
por el vodka.
-No sé si te estás burlando de mí o ibas
tan pedo que ni lo recuerdas bien.
-No iba tan pedo; tampoco bebí tanto...
-¿Insinúas que miento?
-No, digo que no hubo conversación hasta
el amanecer; que no llegamos a conocernos.
-Vale, y según tu ¿cuándo nos conocimos?
-Nunca.
-¿Nunca? - de nuevo se reía, pero esta
vez de forma sarcástica. -me estás vacilando ¿no?
-Para nada. - Estaba totalmente seria,
definitivamente no bromeaba.
-Y entonces... ¿me puedes decir por qué
cojones estamos hablando ahora y cómo podemos llevar juntos tanto tiempo si,
según tú, nunca nos conocimos?
-Sí. Te lo explicaré: No existes; eres
producto de mi imaginación.
-¡¿Qué?! - Se rió a carcajadas -En serio,
deja los porros.
Se quedaron los dos callados un momento. Ella ya no buscaba nada en su cara, miraba al suelo.
-Te vas a ir ¿no?
-Sí, pero ¿eso qué tiene que ver con...?
-¿Por cuánto tiempo? ¿Un año? ¿Quizá
más...?
-Sí, pero...
-Pues entonces ¿qué más da que seas real
o no? Te vas, desapareces, se acabó. ¿Qué gano sabiendo que existes, que
pasamos tanto tiempo juntos y que ahora te vas? Ambos lo sabíamos; esto era un
juego para pasar el rato, nada serio y con un final. Yo creo personajes... Al
fin y al cabo no es tan difícil de creer que, al igual que Don Quijote; en mi
soledad crease, de una persona que conocía de coincidencias, de ver por el
barrio, mi distracción; mi compañía después de una ruptura. Todo concuerda ¿no
crees? Al fin y al cabo, todo ha sido "demasiada" casualidad y tu
eres tan... novelesco...
-Según eso... Si yo no existo... ¿Cómo
puedo tomar decisiones, tener una conciencia propia? -Estaba pensativo ahora,
algo pasmado por la situación.
-Porque yo, la creadora, no he terminado
la ficción. Ambos estamos en ella.
-¡Menuda gilipollez! Lo que estás
diciendo es una paranoia y no sé por qué me lo cuentas ahora, francamente... -Estaba enfadado, pensativo. -Aún si fuera cierto... Preferiría no haberlo sabido...
saber que solo soy un personaje inventado...
-Bueno, eso ahora no importa. Subirás al
avión y se acabará la historia. Tú acabarás para mí y yo para ti. Y es
mucho más fácil pensar que la otra persona no existió jamás, que
pensar que es real y se acabó. Solo fuiste eso, un sueño.
-Así que ¿este es otro de tus
autofingimientos?
-Puede ser... O también puede ser que tú
hayas sido mi autofingimiento durante todo este tiempo...
"Pasajeros del vuelo 6250 con
destino Nueva York embarquen por la puerta U54”...
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Creo que te odio porque te quise y solo se puede odiar a las
personas a las que antes has querido. Te odio porque te lo habría dado todo,
porque estaba dispuesto a ser todo para ti… Pero tú solo jugabas a ser mayor.
Ahora me avergüenzo del tiempo que perdí queriéndote,
prestándote mi apoyo y atención, dándote lo que querías. Miro al pasado y solo
veo a un estúpido que creía en el amor, e incluso me llego a odiar a mí mismo.
Si sólo pudieras saber la de noches que he pasado pensando
en ti, recordándote, imaginándote, llorándote… He pensado muchas veces en
llamarte solo para desahogarme y soltar mi ira contra ti, pero
luego recapacito; quizá te reirías, quizá volverías a amarrarme con mentiras y
engaños para que estuviese de nuevo ahí, para ti, aprovechándote de mi talón de
Aquiles, la maldita talón de Aquiles que eras.
Hubo un tiempo que deseé que volvieses, aunque fuese con tus
abrazos ínfimos y los besos prohibidos. Hubo un tiempo que habría dado cualquier
cosa por oír tu voz pronunciando mi nombre de nuevo, a pesar de que tuviera que
ser con fingido tono de amistad. Aún a veces pienso en ti y me pregunto “¿qué
habría pasado si…?” o incluso “¿pensará en mi?”. Repaso mis recuerdos
contigo, pero hay un halo amargo que los recubre y el recuerdo de tu risa ya no
suena alegre en mi cabeza, sino lúgubre y ahogada. Quisiera olvidarte totalmente,
olvidar tu existencia. Pero te quise tanto, que es imposible.
Tú me decías que
también me querías, me pregunto si sería verdad, y me pregunto por qué no me pregunté
antes si sería verdad… Maldito crédulo enamorado. Quizá solo creías que me
querías o quizá querías quererme… Pero eso ¿qué importancia tiene ahora? Si ya
no estás en mis sueños, ni en mi vida… ¿qué más da?
A veces pienso que es posible que nos reencontremos en el
futuro, que seamos amigos o incluso que lleguemos a algo más, a aquello que no
llegamos antes, pero luego me paro a pensarlo mejor y… No, no quiero volver a
conocerte, de hecho si pudiera volver al pasado quizá impediría que mi yo del
pasado te conociese. Dicen que de todo se aprende, pero de tanto tiempo jugando al tira y afloja solo he logrado rescatar una enseñanza de todo esto: “no confiar en nadie”.
La verdad, no parece haber sido una aventura muy productiva, me lo podría haber
ahorrado.
Mi corazón alimenta tu recuerdo con cucharadas de
amargo odio; maldiciéndote por lo que hiciste, pero sobretodo, por lo que no
hiciste. Intentando truncar el amor por odio, para pasar luego a la indiferencia total hacia ti.
Ahora sé que te odio y sin embargo te quiero. Lo sé, aun te quiero y eso es lo que me hace odiarte cada vez más.