viernes, 4 de noviembre de 2011

Recuerdos


Ha pasado tanto tiempo que ya casi ni sabían cuánto, o preferían no saberlo. 
Sus caminos se separaron, por uno u otro motivo, y ahora si se ven se saludan con una sonrisa y un "¿qué tal te va la vida?". Parece mentira que hace años estuvieron tan unidos.

De vez en cuando alguno encuentra un recuerdo en el trastero de su cabeza y se preguntan qué habrá sido de aquellos amigos que dejó atrás hace tiempo. Aún se mantiene el contacto, gracias a esas incertidumbres momentáneas, pero es tan efímero que se limita a una conversación anual por cada cumpleaños o, a veces, tan solo son rumores que otras personas cuentan. Pero... ¿Cuánto más durará eso? Las relaciones se irán enfriando y, lo poco que quede vivo aún de aquello, que fue en su día una fuerte amistad, morirá y lo saben, incluso hay momentos en que parece imposible mantener esa mínima relación y que prefieren quedarse con el recuerdo que les queda, que es tan bello y tan puro, de lo que fueron.

Estoy segura de que aún recuerdan las risas escupidas en pipas en los bancos al pasar por aquella esquina en la que solían estar, las películas en la casa de alguno de ellos cuando, un día de melancolía, pasan por allí y miran si hay luz en las ventanas, intentando recrear en su mente esos momentos. Los romances incontables y efímeros en los parques por los que aún siguen pasando cada día, los quebraderos de cabeza de la pubertad entre esas calles que ahora pisan con otras personas y con otros pensamientos, quizá más serios. Las escapadas nocturnas, las gamberradas inocentes, las noches eternas de veranos calurosos tumbados en el césped, las carreras a la salida del colegio para evitar que las profesoras se diesen cuenta de que las chicas ya no llevaban el uniforme y el entusiasmo de los chicos esperando en la puerta... Si, seguro que recuerdan todos esos momentos. Seguro que aún pueden oír resonar en sus oídos aquellas palabras, gritos, risas y llantos. Estoy segura de que les vienen a la cabeza esos recuerdos en las tardes nostálgicas pasando por alguno de los múltiples lugares por los que solían rondar y estoy segura de que sonreirán añorando viejos tiempos, los recuerdos que parecen intactos, incluso los malos.
Quizá son esos, los recuerdos malos, los que les alejaron. Pensaron que así dejarían de oír esos llantos, esos gritos desesperados. Que dejarían atrás el hecho de que debían crecer, ese hecho que llegó tan de repente. Pensaron que si alejaban esas caras de ellos, también alejarían el recuerdo de aquel fracaso y la impotencia que sintieron en aquellos días, en que no eran más que unos niños forzados a ser adultos antes de tiempo, y que no era más que un preludio de lo que tendrían para el resto de sus vidas...

Igual que los buenos, los recuerdos malos también les llegan, un día como hoy, reavivando los miedos que creyeron haber dejado atrás y esa tristeza que dieron por olvidada. El saber que no supieron estar ahí y las dudas de hace años vuelven a sus corazones un día como hoy; tarde para actuar, pudiendo hacerlo ahora mejor que antes porque ya son mayores y saben "lo que se tiene que hacer en estas situaciones", pero igualmente tarde, porque las cosas han cambiado, porque ya no son aquellos niños, sino que son adultos y distintos a lo que eran entonces. Ya no se puede echar marcha atrás... Ahora, como adultos que son, echan un vistazo al pasado, permitiéndose unos momentos de duda y debilidad y luego, de nuevo mirando al frente, siguen caminando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario