jueves, 26 de julio de 2012

Sin nada que cambie

Relato inspirado en una canción de rap escrita e interpretada por una persona muy especial para mí. Con esta canción intentó ganar un concurso y, aunque no lo ganó, consiguió inspirar este relato. 
Aquí tenéis la canción y el relato producto de el:

Sol y sombras, de Álvaro Peña Meléndez: 

https://soundcloud.com/mariaje-alvarez-de-la-bra-a/sol-y-sombra


El telón de sus párpados se abrió para cerrarse instantes después con las pupilas doloridas por su rápida dilatación al ver la luz de la mañana.
El dolor de cabeza llegó más rápido que la consciencia, mientras, el asfixiante calor del verano empapaba su almohada y no ayudaba a hacerle sentirse mejor.
Segundo intento: se vuelve a abrir el telón, esta vez lentamente. Mientras va asimilando la luz, se sacude el pelo con las manos en un intento frustrado de refrescarse, sabiendo que, a pesar del calor, su cuerpo está demasiado amuermado para responderle.
Fijando los ojos en el techo intenta reconstruir la noche anterior, pero acaba divagando sobre el gotelé del techo y su semejanza a goteras que caerán de un momento a otro sobre su cuerpo.
“Debo recordar algo de ayer” se dice a sí mismo, sabiendo que su cerebro está tan amuermado como su cuerpo, o incluso más. Intenta concentrarse y, poco a poco, trozos de lo que a él le parece una película ambigua aparecen en su mente. Recuerda el sonido de las risas, ahogado por un eco, mientras su cara aparece nublada.
Cierra fuertemente los ojos, obligándose a recordar, pero no se necesita recordar lo que se sabe que pasa todos los días: quedar con algunos amigos, conversaciones banales, algunas risas, alcohol a veces y ella, la que aparece y desaparece y a quién no consigue recordar precisamente porque no lo necesita, pronto regresará.
Abre de nuevo los ojos rápidamente y mira hacia la mesa, al reloj de pulsera que hay sobre ella, marca las tres de la tarde mientras el vacío llena su ser, es el estado anímico que ha decidido apalancarse en él todo el verano.
“¿Vacaciones? Si, ya; tres gramos de plomo, dos kilos de acero y un calibre” se le ocurre en ese instante y, según lo está pronunciando en soliloquio le parece brillante; resume perfectamente lo que siente. Animado por su ocurrencia decide hacer el esfuerzo de levantar la mitad de su cuerpo desnudo para encender el ventilador, al hacerlo, ve en la papelera dos condones usados; sí, es verdad, ahora lo recuerda, anoche ella había estado aquí. En cuanto alcanza el botón y lo aprieta vuelve a desplomarse sobre la cama sin ánimo de levantarse más, por lo menos de momento.
¿Qué hacer hoy? Vacaciones que podría aprovechar para hacer cualquier cosa y, un día más, tan solo se recuesta en la cama, medio desnudo, tras desechar algunas ideas. Se vuelve a cerrar el telón de sus parpados; el tedio se apodera de nuevo de su mente y sabe que, un día, más aplazará el moverse más que de la cama al sofá.


1 comentario:

  1. Ya lo he leído, he esperado a estar tranquila para masticar cada palabra. Tienen un sabor lento y amargo tus textos que mola y cierta melancolía que te hace leer más. Pero quizá a veces hay cosas que no se entienden de la trama por un exceso de descripciones. Creo que esta bien hacerlas de vez en cuando porque le dan cuerpo, pero a veces resulta demasiado. Aunque esta precioso

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