Sintió una caricia en su nuca. Una mano fría, con dedos delgados la hacían estremecer. Se giró asustada, pero en su habitación oscura no había nadie. Volvió la cabeza de nuevo a sus apuntes, convenciéndose de que había sido su propia imaginación.
De nuevo lo sintió, esta vez más fuerte, eran como unas largas uñas que arañaban allí por donde pasaban, en este caso era su brazo, se miró y se sorprendió al ver cuatro señales de uñas enrojecidas en su piel. No podía ser parte de su imaginación: el dolor era real y el enrojecimiento también. Sin darse cuenta estaba en la pared opuesta de la habitación con la luz encendida, estaba segura de que no había sido su hermano bromeando o su perro, aquello era diferente. Temerosa, se quedó allí, en la pared, esperando atentamente a que un nuevo ataque le diese la oportunidad de conocer contra qué se estaba enfrentando.
Un frío la invadió por detrás y sintió unos brazos fríos, delgados e invisibles la abrazaban fuertemente, intentó zafarse pero, no sabía si por miedo o por la fuerza de aquel ser invisible, no podía. Un susurro surcó su oído y penetró hasta su mente con una fría punzada. "Saaaaara….” Oyó a la par que el dolor la hacía estremecerse
-¿Quién eres?- Preguntó Sara
-Soy quien tanto deseabas que te visitara, a quien tanto has llamado para deshacerte de todo lo que te ata a eso que llamáis “pasado”…
-No lo entiendo.- Aunque le dolía la cabeza cada vez que aquel ser le susurraba tan martirizantemente en el oído, no podía evitar querer hacerle hablar, quería saber qué o quién era.
El ser se rió estrepitosamente, haciendo que Sara vibrase y que martillease la risa en su cabeza.
-Cuidado con lo que deseas… -Dijo en tono de burla.- Los humanos, siempre igual, no sabéis lo que queréis, habláis más de la cuenta y desperdiciáis vuestros minutos. Yo, tengo que verlo, siempre acompañándoos y acariciando vuestros preciados segundos desaprovechados que yo no podré utilizar. Me presentaré: soy el Monstruo del Tiempo, así me llaman, y vengo a castigarte.
-¿Qué hice?
-Desear.-Dijo mientras sus brazos huesudos y helados, la abrazaban cada vez con más fuerza y sus uñas iban recorriendo su piel.
Sara no podía evitar el doblarse de dolor al notar sus uñas clavándose cada vez más profundo en su piel, a la vez que el frío helador que transmitía le dejaba los miembros entumecidos. Pero, lo que definitivamente la hizo soltar un pequeño grito ahogado de dolor fue aquella voz, que cada vez profundizaba más, en su cabeza, parecía que iba a estallar de un momento a otro, cuando él dijo:
-Tus deseos serán cumplidos, con ello tendrás mi castigo y yo me llevaré tus preciados recuerdos y momentos.
En ese momento ella visualizó todas las noches de angustia y llantos, desando olvidar, deseando que el tiempo pasara y que aquel amor, aquellos momentos de felicidad completa o aquellos besos y caricias desaparecieran de su cabeza y la dejase volver a ser feliz. Esos días y esas noches, en las que cada recuerdo la hacía llorar desconsoladamente, había deseado olvidar, sacarle por completo de su cabeza, a él, su amor y todos aquellos momentos, esos que dicen que el tiempo acaba borrando.
Cuando vio todas estas imágenes desfilar por su cabeza, imágenes de sí misma, el dolor fue insoportable, incluso creyó que se desmayaría, pero el Monstruo del Tiempo no la dejaba caer, no la dejaba evadirse, quería que comprendiese su castigo y así fue.
-¡No! No me quites mis recuerdos, no quiero, ya no… -
-Tarde… - Dijo el Monstruo del Tiempo mientras dejaba que sus uñas arañaran el cuerpo de ella por distintas zonas, rasgando su piel.- Suelo ser muy paciente y respetuoso con vosotros, los mortales, pero… Tú me has cansado y he de decir que os envidio, por lo que encontraré placer en destruirte.
Entonces, ella se dio cuenta de que el Monstruo del Tiempo se había materializado, vio aquellas manos enormes, que hasta ahora solo había sentido, con unas uñas afiladas que la arañaban el cuerpo y que la obligaban a estar pegada a él, dándole la espalda, de modo que no pudo verle la cara, pero sentía su aliento en el cuello.
Poco a poco, comenzó a olvidar que una vez lloró y rió por amor, al darse cuenta gritó:
-¡NO! ¡He reflexionado, no quiero deshacerme de los recuerdos, es lo único que me queda, me ayuda a saber quién soy!
-Bueno… Por desgracia para ti, has llegado tarde.- Dijo de nuevo el monstruo, musicalmente.
Sara comenzó, sin darse cuenta ya, a olvidar cosas de su pasado, tantas que cuando el monstruo acabó le había robado media vida, pero ella ya no lo sabía, ya no se daba cuenta, porque su memoria había sido reducida al mínimo, debía dar gracias si sabía cómo se llamaba.
Cuando el monstruo acabó, la había rasgado todo el cuerpo. Sara, que al principio había intentado resistirse, luego se fue abandonando a su suerte. Las manos del Monstruo del Tiempo habían recorrido todo el cuerpo de Sara, dejándola llena de arañazos y con la ropa hecha trizas. Al soltarla, Sara calló al suelo, inerte, pero utilizó sus últimas fuerzas para mirar hacia arriba; tenía que verle.
El Monstruo del Tiempo, así le llamaban, era de un color gris plateado, con un cuerpo delgado, casi raquítico, en el que se marcaban unos músculos que tenían más fuerza de la que aparentaban, sus manos eran desproporcionadamente grandes y sus uñas, afiladas como cuchillas, tenían forma curva, como las de los gatos. No llevaba ropa, aunque tampoco la necesitaba, ya que no tenía sexo alguno y sus piernas acababan en dos grandes pezuñas. Su cara era afilada, tenía nariz de serpiente y ojos de tiburón, las orejas puntiagudas y dobladas y, en la parte más alta de la cabeza, tenía unas protuberancias en forma de pico. Pero, lo más llamativo era su boca: pequeñas y cosida en los laterales, dejando solo la parte del medio para articular los sonidos.
Él, se quedó mirándola mientras ella, desde el suelo, le miró durante unos segundos antes de perder el conocimiento. Ya con los ojos cerrados, pero aún consciente oyó como él decía:
-Mi poder es el olvido, ese que tanto me pediste y con el que hoy te he castigado. No supiste valorar todos aquellos momentos, no comprendiste lo afortunada que eras por tener todos aquellos recuerdos que hacían verdad lo inverosímil y, como consecuencia, le quitaste valor a todo lo vivido… Yo, que estoy condenado a hacer que las horas y los días se sucedan, y que solo puedo aspirar a llevarme algunos momentos menospreciados que me mantienen con vida, jamás podré vivir como vosotros, pero vuestra existencia me complementa. Sin embargo, has despertado mi ira, y por ello te he arrebatado en minutos lo que debería haberme llevado años. Lo único que no podrás olvidar jamás será a mi
Al día siguiente Sara despertó en su cama, todo había sido una horrible pesadilla, suspiró aliviada. Pero, cuando fue al baño encontró que su reflejo había cambiado, ya no era la chica joven y guapa que solía ver. Ahora estaba llena de arrugas y tenía el pelo casi totalmente blanco. “No había sido un sueño…” Se dijo así misma y, de manera casi instantánea, comprobó que muchas partes de su memoria estaban vacías, como cuando sabes que sucedió algo pero no recuerdas exactamente qué. Por mucho que se esforzaba no era capaz de recordar el día que le conoció, o cómo. Sabía que había amado alguna vez, pero no recordaba lo que se sentía... nada; era más una intuición que un recuerdo.
Se angustió cada vez más, al intentar recordar otros fragmentos de su vida que quedaban en un vacío horrible. La mitad de su existencia había sido borrada.
Un grito angustioso llenó toda su casa, sus padres subieron corriendo a su cuarto y al ver su aspecto se asustaron, no podía explicar lo sucedido y las lagunas en su mente eran cada vez mayores.
Sara reside actualmente en un manicomio, ya solo recuerda su nombre.
Muy bueno, me recordó a una película; ¿¿has visto Eternal Sunshine of the Spotless Mind?? sencillamente increíble, si no la has visto re la recomiendo, te enterarás del por qué me ha "recordado" esto, jeje. Un abrazo!
ResponderEliminarOk, la veré jejejeje
ResponderEliminarGracias x el sueñecito ;)