viernes, 6 de noviembre de 2015

La habitación

Este lo escribí hace unos cuantos años, lo he salvado del olvido y tras un lavado de cara he decidido publicarlo como ejercicio. A ver qué os parece:


Cuando un tenue rayito de luz iluminó aquella habitación, se vio que en ella reinaba un total y absoluto caos: Un montón de cosas inservibles estaban acumuladas, rotas y mezcladas con otras más importantes pero maltratadas. Había muebles rotos que servían de casa a un montón de ácaros, telarañas y suciedad. Las paredes tenían grietas, desconchones y goteras. El parqué estaba carcomido, desgastado… ¡¡Aquel era el paraíso de las ratas!!

Pero, tras la pequeña iluminación, entró una brisa que se convirtió, poco a poco, en un aire fresco y aromático que levantó con fuerza la cortina rasgada. 
Aquel rayito de luz se hizo cada vez más potente hasta convertirse en una luz resplandeciente y cegadora, con la que toda la habitación se despertó. 

Pronto, esa habitación, que solo conocía la oscuridad y la mugre desde hacía mucho, comenzó a recrearse.
Sus paredes recompusieron, como pudieron, las grietas y los agujeros que los terremotos habían creado. La antigua y desconchada pintura de las paredes fue sustituida por una nueva, de un color mucho más alegre. El parqué se lijó y barnizó de nuevo. Aparecieron en las paredes nuevos cuadros, de alegres paisajes y preciosas imágenes con marcos espléndidos que reemplazaron a los anteriores, arcaicos y tristes, cuadros. Fue limpiada a fondo de la mugre, los ácaros y las telarañas. Los muebles rotos y antiguos fueron restaurados y, además, aparecieron algunos nuevos; creando un nuevo ambiente. 
Todas aquellas cosas inútiles que estaban esparcidas y acumuladas por todos los rincones desaparecieron, a excepción de algunas que se guardaron como recuerdo (no sin antes limpiarlas a fondo), y las cosas valiosas se recolocaron en lugares más idóneos.
Aquella habitación quedó completamente remodelada. Los muebles ahora estaban estudiadamente colocados en lugares estratégicos para poder lucir las cosas más bonitas y esconder los lugares con marcas de antiguos malos tiempos.

Ahora la habitación brillaba y resplandecía, incluso olía distinto. Sin embargo, una vez dentro de ella, si te fijabas bien, aún podías encontrar en algunas esquinas, debajo de las preciosas y nuevas alfombras, en los restaurados muebles e, incluso en la pared, pequeñas cicatrices del pasado: grietas, agujeros o desconchones que eran imborrables o que habían reaparecido a pesar de las reformas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario