¿Alguien se ha imaginado alguna vez cómo es un pirata antes
de convertirse en pirata? Sí, lo que os digo. Probablemente nunca lo habíais
pensado, en realidad yo tampoco me había parado a pensarlo hasta que conocí a
uno.
Los piratas, una vez dentro de lo que podríamos llamar el “oficio
de saqueador o corsario”, rara vez hablan de su pasado; reniegan de él o
mienten (dado que la mentira forma parte de su mundo), lo que hace muy
difícil saber cómo era realmente el pirata antes de embarcarse en este
pintoresco gremio y cuál fue el germen que le hizo entrar en este mundo.
Podréis imaginar, que nadie despierta un día diciendo “¡Eh! Quiero ser pirata” y se embarca sin más en una nave.
Podréis imaginar, que nadie despierta un día diciendo “¡Eh! Quiero ser pirata” y se embarca sin más en una nave.
Como ya he dicho, nunca antes pensé en esto (nadie lo hace),
sin embargo, una noche de invierno en que salí a tomar algo con unos amigos a
un bar cerca de nuestra casa, tuve una conversación muy interesante con uno de
ellos. No me habría podido imaginar jamás cuán lejos pueden llegar los sueños de
una persona y cuán peligrosos pueden llegar a ser; llegando incluso a truncar
vidas. De repente nos descubrimos planeando un futuro que, aparentemente, era
una simple ilusión de sábado por la noche pero, lo que comenzó como un inocente
juego para hablar de sueños absurdos, acabó convirtiéndose en la confesión de
un íntimo deseo; una idea persistente, firmemente instalada en lo más profundo
de su subconsciente.
No, no quería ser pirata, por supuesto, como ya he dicho
nadie se despierta un día decidiendo que lo suyo es el abordaje y el saqueo. La
idea que le rondaba constantemente la cabeza era que quería comprarse un barco.
Había probado varias veces a hacer pequeños viajes en barco y quería vivir la
experiencia de vivir una temporada en alta mar. Nos reímos, la idea parecía
descabellada y una inocente ilusión de futuro, pero algo en mi interior se
conmovió; era más que eso.
Sin darme cuenta, había empezado a tirar de la cuerda, a
hacer preguntas, quería saber más. Él, un programador que comenzaba a destacar
en su carrera recientemente iniciada, me contaba, sin darse cuenta de lo
absurdo que sonaba, datos sorprendentemente precisos de cómo conseguir llevar a
cabo aquella quimera: precios, qué clase de barco quería, cómo conseguir la
licencia para pilotarlo, cuál era precisa para cada tipo de embarcación… Como
digo, aparentemente era una conversación normal sobre aspiraciones de futuro
pero, sin darnos cuenta, habíamos encendido una llama muy poderosa. La noche
acabó sin mayor novedad y nuestra amistad continúo de igual manera. No siempre
que nos veíamos hablábamos sobre el tema, de hecho, pocas veces volvimos a
mencionarlo pero, desde ese día, algo cambió en su interior y ni yo, ni ninguno
de nosotros, podría parar aquel proceso. Él siguió ascendiendo en su carrera, o
eso me pareció, y yo continúe con mi vida. Poco a poco nuestros caminos se
separaron y, de un año para otro, ya solo sabía de él a través de un amigo
común.
La primera vez que se mencionó su nombre en las noticias me
sorprendió pero, cuando me paré a pensarlo detenidamente, todo empezó a tener
sentido; los recuerdos que yo tenía de él comenzaron a enlazarse como en un
puzzle, creando una viva imagen psicológica de aquel individuo que había sido
un extraño para mí durante tanto tiempo y que, ahora, veía tan claro. El típico
“¿cómo no me di cuenta antes?” apareció en mi cabeza y sonreí para mis
adentros; al fin y al cabo había logrado lo que muchos de nosotros jamás
lograríamoss: hacer realidad su sueño. Quizá no de la manera que él planeaba en
un principio, pero claro ¿quién puede controlar un sueño?
No sé muy bien cuál fue realmente el proceso. Dicen que,
tras años trabajando duro para ahorrar el dinero necesario para comprar una
nave, un día comenzó a rondar el embarcadero con una sola idea en la
cabeza y una botella de alcohol en la mano. Pronto, sus ausencias en el trabajo
para indagar sobre naves le hicieron perder su empleo y, en cuestión de meses,
se acabó echando a perder. El hecho es que, finalmente, se hizo a la mar una tormentosa
noche, tras robar el mejor velero del puerto y aún sin la licencia de navegación
(ya sabía lo suficiente). Desafió todo pronóstico al sobrevivir a aquella
tormenta, que resultó ser bastante fuerte, demostrando ser un gran marinero.
Tras aquello lo único que sé es que es temido y buscado en medio mundo por sus
robos, saqueos y extorsiones a la justicia.
Lo que me pregunto ahora es ¿se acordará de aquella noche en
que ese sueño realmente salió a la luz y cobró vida?
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